Europa se exige unidad y más ambición en defensa por los desafíos del ‘Brexit’ y Trump
Los múltiple frentes abiertos convierten la cumbre de la UE de este jueves en un «campo minado»
La crisis se resiste a dejarse enmarcar por los líderes políticos: como la liebre del canódromo, sigue pareciendo inalcanzable por mucho que Europa corra tras ella. Cuando España e Irlanda se recuperan, la banca italiana da un susto y el lío en Grecia reverdece. Cuando la crisis migratoria parece bajo control, Turquía se dedica a dar disgustos en forma de continuas violaciones de los derechos humanos que pueden hacer saltar por los aires el acuerdo Bruselas-Ankara para taponar esa vía de entrada de migrantes. Y cuando la eurozona parece dejar atrás su crisis existencial, la Gran Recesión muta en crisis política y el Brexit británico, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el irresistible avance de los populismos se convierten en formidables desafíos. Los Veintisiete más uno se reúnen hoy en una nueva cumbre europea con dos mensajes: unidad ante el Brexit, y ambición en seguridad y defensa –lo único en lo que hay algo parecido a un consenso: más gasto y desbloqueo de iniciativas—frente al reto que supone Trump y sus comentarios críticos sobre la OTAN.
Un alto funcionario de las instituciones europeas aseguraba ayer que la cumbre es “un campo minado”. Pero no: Bruselas no es Alepo, a pesar de los excesos verbales de algunos eurócratas. La policrisis, en su variedad de formas y colores –cada vez más diversos—sigue ahí, pero las minas están a 4.000 kilómetros de distancia. Estos son los capítulos más importantes de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno.
Defensa y seguridad: fin del veto británico
A pesar de que todo el mundo es consciente en Bruselas de que la crisis dará más disgustos, incluso alguno sonado, no hay confianza en Europa para dar un solo paso más en la integración europea. Excepto en un asunto: seguridad y defensa. Los Veintiocho (con Theresa May a bordo en este asunto) lanzarán el mensaje de que están listos para asumir más responsabilidades. La salida de Reino Unido deja a Europa sin una de sus grandes potencias militares. La llegada de Donald Trump obliga a aumentar el gasto en defensa. Berlín y París están dispuestos a asumir un nuevo liderazgo, con la estrategia que ha puesto sobre la mesa Federica Mogherini, la jefa de la diplomacia europea: un fondo multimillonario para gastar más, mayor coordinación en las operaciones militares y una unidad de respuesta rápida, junto con una mayor coordinación con la OTAN. Londres siempre se opuso a todo esto. Pero las fuentes consultadas aseguran que May ha levantado el veto. Seguridad y defensa queda así como el símbolo político más evidente –o quizá el único— de que la integración europea sigue ahí.
Migración: líos con Turquía
Los líderes harán un llamamiento a seguir adelante con el pacto entre la UE y Turquía. Pero Bruselas es consciente de que hay varios países que no están por la labor: Austria es quien más se ha significado. Viena bloquea una resolución para impedir la apertura de nuevos capítulos en la negociación para la entrada de Turquía en la Unión. Alemania está de uñas: Berlín ha llamado irresponsables a sus vecinos austríacos, y pone como única línea roja la pena de muerte. A pesar de las presiones, Austria ha apuntado que no piensa tolerar las continuas violaciones de los derechos humanos por parte del régimen de Erdogan: eso hace impensable el acceso de Turquía a la UE. Pero Bruselas insiste en dejar a un lado los valores en favor de los intereses: “El acuerdo con Turquía funciona: ha taponado esa vía de acceso de inmigrantes, y esperamos que todos los Estados miembros estén a la altura”, asegura la misma fuente que usa la metáfora de los campos minados. Los líderes tienen claro que el modelo turco es el filón a explotar: la estrategia es frenar las llegadas y expulsar a los migrantes que no tienen derecho a refugio. Con Italia envuelta en una crisis política, queda la tercera pata del capítulo migratorio: el controvertido reparto de los refugiados que ya están en Europa. En eso no hay acuerdo: quizá en la cumbre de primavera.
Sanciones a Rusia y acuerdo con Ucrania
La canciller Angela Merkel y el presidente francés François Hollande explicarán por qué se ha decidido ampliar seis meses las sanciones a Rusia, que se activaron tras la invasión de Ucrania. La sombra de Trump es alargada en ese asunto, pero Europa constatan la falta de avances en los acuerdos de Minsk. Los líderes tienen previsto encontrar también una salida al bloqueo al acuerdo de asociación con Ucrania, tras el no en el referéndum holandés.
La economía no existe
Es la gran ausente de la cumbre: no hay quórum para avanzar en nada. Y Europa tiene dos problemas llamando a la puerta. Grecia está a punto de descarrilar por enésima vez, con un rifirrafe entre el FMI y las instituciones europeas, con Atenas negándose a aplicar más reformas y con la única salida pactada para la crisis (las medidas de reestructuración de deuda) bloqueada después de los últimos desacuerdos. Pero el verdadero elefante en la habitación es Italia. La banca italiana tiene graves problemas, con varias entidades en busca de colchones de capital, que muy probablemente tendrán que ser públicos. Eso puede provocar una quita de los acreedores de deuda de peor calidad, al estilo de lo que ocurrió con las preferentes españolas. Si eso ocurre, el lío político está asegurado. No parece que haya nada preparado para ninguno de esos asuntos, con Europa acercándose paso a paso, una vez más, hacia zona peligrosa.
Brexit para cenar
Los líderes volverán a reunirse sin Reino Unido en una cena que tiene que servir para simbolizar la unidad de los Veintisiete. Todo el mundo repite que los líderes hablarán solo de asuntos procedimentales: no habrá más sustancia que la que ya se adelantó en la reunión de junio, tras el referéndum. Londres ha conseguido que el resto de Europa cierre filas. Y Reino Unido ya ni siquiera protesta: el Gobierno británico asegura que revelará sus planes en febrero, pero las fuentes consultadas en Bruselas coinciden en que a día de hoy no hay planes. No hay nada. Nada de nada. Tampoco por el lado europeo: el anexo de las conclusiones de la cumbre relativo al Brexit viene a repetir las conclusiones de junio. Los líderes vuelven a señalar sus líneas rojas, en un texto dividido en ocho puntos que pueden resumirse en tres. Uno: no habrá negociación hasta que Londres notifique la salida, tal como reiteran los primeros ministros de los grandes, de los medianos y de los pequeños países de la Unión. Dos: la Comisión Europea será quien lleve la voz cantante en la negociación. Y tres: Londres no participará en las discusiones preparatorias sobre el Brexit.