Suplementos de calcio aumentan riesgo de padecer un infarto

Cada vez son más las personas que recurren a los suplementos para adquirir las cantidades de vitaminas y minerales que no pueden lograr por medio de la dieta. Es el caso, por ejemplo, de los suplementos que contienen calcio para combatir el deterioro de los huesos asociado a la edad, productos que según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) consumen el 43% de los adultos estadounidenses –y más del 60% de las norteamericanas mayores de 60 años–. Pero cuidado: como alerta un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins en Baltimore (EE.UU.), el calcio contenido en los suplementos puede aumentar el riesgo de aterosclerosis y de daño coronario, incrementando así, y mucho, la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio. Un efecto negativo, por el contrario, que no se observa en el caso del calcio proveniente de la dieta.
Como explica Erin Michos, directora de esta investigación publicada en la revista «Journal of the American Heart Association», «cuando se trata de tomar suplementos con vitaminas y minerales, y muy especialmente en el caso de los suplementos de calcio para la salud ósea, la mayoría de los estadounidenses piensan que cuanto más, mejor. Pero nuestro estudio refuerza la evidencia de que el exceso de calcio en forma de suplementos puede dañar el corazón y el sistema vascular».
Destino incorrecto
Los estudios publicados hasta el momento han constatado que el calcio proveniente de los suplementos, y muy especialmente en el caso de las personas mayores, no se integra completamente en los huesos ni es totalmente excretado por la orina. Es decir, no todo este calcio es aprovechado ‘adecuadamente’ por el organismo. Y lo que no se acumula en los huesos o se deshecha con la orina, ¿dónde va? Pues como indica John Anderson, co-autor del estudio, «debe estar acumulándose en los tejidos blandos del organismo. Además, sabemos que según una persona va envejeciendo, las placas de calcio se van acumulando en los principales vasos sanguíneos, caso de la aorta y de otras arterias, obstaculizando el flujo circulatorio normal y aumentando el riesgo de infarto».
En consecuencia, y con objeto de ver dónde se dirige este calcio, los autores analizaron los historiales médicos de 2.742 mujeres y varones que, con edades comprendidas entre los 45 y los 85 años, habían respondido a un extenso cuestionario sobre sus hábitos dietéticos y habían sido sometidos a sendas pruebas de imagen –tomografía axial computarizada (TAC) cardiaca– separadas por una década durante su participación en el Estudio Multiétnico de Aterosclerosis de los NIH.
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