El peligro para el cuerpo de tomar dos refrescos al día (incluso “light”)
Las bebidas artificialmente endulzadas también tienen un posible efecto negativo en la grasa abdominal y la microbiota del estómago
No son buenos tiempos para las compañías comercializadoras de refrescos. No solo el impuesto promovido por la Organización Mundial de la Salud a los azúcares añadidos está provocando que estas deban adaptar sus productos para resultar más saludables (y sortear a las instituciones sanitarias), sino que diferentes investigaciones están empezando a señalar con relativa frecuencia los peligros de sus variantes ‘light’, que aunque reduzcan su nivel calórico, están asociadas a otros problemas.
Hace poco explicábamos cómo un gran número investigaciones habían desvelado una asociación entre diversos problemas de salud (de las enfermedades del corazón al síndrome metabólico) y las bebidas dietéticas. Ahora, el último número del ‘European Journal of Endocrinology’ publica una investigación que señala que aquellos que consumen dos dosis de 200 mililitros de bebidas azucaradas tienen 2,4 posibilidades más de padecer una forma de diabetes tipo 2 conocida como diabetes autoinmune (LADA a partir de ahora).
El estudio, llamado ‘Sweetened beverage intake and risk of latent autoimmune diabetes in adults (LADA) and type 2 diabetes’ recuerda que previas investigaciones (enumera hasta seis, la más reciente, la publicada en 2014 en ‘Current Nutrition Reports’) ya habían señalado la influencia de las bebidas azucaradas en la diabetes tipo 2. Además, algunas de ellas han mostrado que las variantes dietéticas de dichos alimentos también la pueden provocar a través de otros mecanismos: “un aumento del apetito a causa de una distorsión de las señales de que estamos saciados y un deterioro de la tolerancia a la glucosa provocada por las alteraciones en la microbiota”.
¿Qué ocurre en tu cuerpo?
Para averiguar cuál es el efecto que causan tanto las bebidas azucaradas como las endulzadas artificialmente en nuestro organismo, los investigadores, de la Universidad de Karolinska y liderados por Josefin E. Löfvenborhg, han seleccionado a 2.800 adultos del estudio ESTRID (el estudio epidemiológico sueco de los factores de riesgo para la diabetes de tipo 2 y LADA) y comprobaron sus hábitos de consumo. Aquellos que consumían 400 mililitros al día (el equivalente a una lata y media, ya que su capacidad suele ser de 33 centilitros) tenían casi dos veces y medias de posibilidades de sufrir LADA. No digamos ya los que tomaban 10 veces la ración mínima (de 20 centilitros, es decir, un litro), que tenían 10 posibilidades más de sufrir esta enfermedad.
La diabetes autoinmune latente es un tipo progresivo de esta enfermedad que suele aparecer en los adultos de entre 20 y 40 años. Por lo general, se clasifica dentro de la diabetes de tipo 2, pero según un texto publicado en ‘Annals of the New York Academy of Sciences’, entre el 6% y el 50% de las personas diagnosticadas con diabetes tipo 2 podrían tener LADA. Hay que tener en cuenta que se trata de un análisis retrospectivo de unos datos ya obtenidos, por lo que los autores reconocen que no han podido diseñar casos de control más eficientes. Sin embargo, es uno de los estudios con un mayor y más complejo espectro poblacional de los que han analizado estas clases de diabetes.
¿De qué manera afectan las bebidas azucaradas y endulzadas artificialmente a las posibilidades que tenemos de sufrir diabetes? En el caso de las primeras, el azúcar puede producir resistencia inducida a la insulina y un descenso en la sensibilidad a la insulina hepática, así como una demanda de esta hormona ocasionada por los picos de azúcar en sangre y de los marcadores inflamatorios como la proteína C-reactiva. Aparte, por supuesto, de la mayor probabilidad de sufrir sobrepeso de aquellos que consumen grandes cantidades de azúcar regularmente.
Como hemos señalado anteriormente, los efectos causados por las bebidas endulzadas a través de otros componentes como el aspartamo, la sacarina o el ciclamato están relacionados con una disrupción de las señales de saciedad que el organismo emite, lo que conduce a sus consumidores a comer más. “Las bebidas artificialmente endulzadas también tienen un posible efecto negativo en la grasa abdominal y la microbiota del estómago, que pueden inducir intolerancia a la glucosa”, señala la investigación. “Al mismo tiempo, uno podría especular que los consumidores de bebidas artificialmente endulzadas pueden haberse decantado por estas para adelgazar”.
Fuente.I21