La Deflación amenaza con golpear fuerte a la Eurozona
El COVID-19 ha provocado estragos en la economía mundial. Estos efectos se han sentido en 12 países de los 19 que conforman la Eurozona. Por lo que la deflación amenaza a la Eurozona. La zona euro recién en mayo registró la tasa de inflación más baja en los últimos cuatro años. De acuerdo a los analistas, los precios estuvieron al borde del estancamiento, al crecer un minúsculo 0,1%.
Los precios en la zona euro han mostrado el menor crecimiento desde 2016 y ya para abril se habían situado en el 0,3% anual respecto a abril del año anterior. La nota publicada por la agencia estadística de la Comisión Europea Eurostat, revela que abril ha sido un mes marcado por las medidas de contención contra el coronavirus en todos los países.
La tasa de inflación anual de la zona del euro fue del 0,7% de marzo, desciende al 0,3 en abril y cae al 0.1% en mayo. La Deflación se hizo presente en países como Esloveniacon una deflación del 1,3%, Chipre con 1,2%, Estonia y Grecia con 0,9%. Este comportamiento de los precios, ha encendido las alarmas sobre la temida deflación.
La caída de precios prolongada ocasiona el decrecimiento económico
Los inversores posponen las decisiones de compras e inversión en espera de que los precios caigan. Esto reduce el crecimiento del PIB, así como se paraliza la creación de empleos. En fin, se produce un estancamiento económico.
Según el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, existen presiones deflacionarias similares a las producidas en 2015 y 2016. Por su parte Pablo Hernández de Cos Gobernador del BCE, justificó las medidas asumidas por la institución, para potenciar el estímulo económico.
Existe el temor de que la pandemia del COVID-19 pueda provocar en la Eurozona una espiral de caída de precios.Según Hernández de Cos, la crisis es desinflacionaria, con alto riesgo de convertirse en deflacionaria. En este sentido recomienda que la política monetaria, debe ser agresiva y contundente.
Los cierres obligados por la Pandemia, que han impulsados los gobiernos, repercuten sobre la actividad económica. La disminución en la renta, el desempleo, ejercen presión a la baja sobre los precios. Las preocupaciones sobre la salud pueden disminuir la voluntad de gastar, aumentando las expectativas de deflación.
Se prevé una demanda débil en los próximos meses, manteniéndose aun después que levanten las medidas de confinamiento. Según expresó Hernández de Cos “Es probable que los consumidores se mantengan cautelosos y sigan ahorrando mientras se preocupan por perder sus empleos o la amenaza de un nuevo brote de coronavirus”.
Se hace imprescindible que se implementen estímulos monetarios y fiscales. El BCE incrementó la compra de bonos pandémicos hasta los 1,35 billones de euros alargándolo a junio de 2021. El objetivo es absorber las deudas que los gobiernos de la eurozona están adquiriendo.
Antecedentes que asustan
La Deflación es el fenómeno que más asusta a los economistas. Una prolongada y generalizada caída de los precios, implica el sufrimiento de las empresas para mantener los beneficios. Es así como laprimera medida tomada por las empresas es la reducción del salario.
En 1991 Japón sufrió un gran estallido del sector inmobiliario y financiero, esto lo llevó a décadas de estancamiento económico. Muchos analistas señalan que la actual caída de los precios, los tipos de interés negativos y la falta de crecimiento de la región, podrían tomarse como la japonización de la eurozona.
Existen grandes similitudes entre Europa y Japón, como la pobre demografía y la disminución en las horas de trabajo. Japón y Europa presentan una muy baja tasa de crecimiento demográfico. Esto se manifiesta en el envejecimiento de la población, lo que repercute negativamente en el potencial de crecimiento.
En la Eurozona, el virtual envejecimiento de la población puede ocasionar que los servicios sociales se vean sometidos a alta presión. Esto lógicamente generaría una baja sostenibilidad de la financiación de las pensiones, ocasionando un grave riesgo político y social.
Sin embargo, también existen diferencias significativas. Mientras Japón depende de las exportaciones netas, Europa puede generar crecimiento con la demanda interna. En relación con las políticas monetarias, mientras el BCE indujo con gran éxito una depreciación del euro, en Japón se produjo con efectos negativos, una revalorización del Yen,
Sin embargo, Japón ha sufrido por más de trece años el fenómeno de deflación. La deuda pública japonesa en 2018, con respecto al PIB aumentó hasta cerca del 237%. En este sentido la Eurozona ha manejado con austeridad los gastos, reduciendo los déficits fiscales.
La mayor diferencia entre ambas regiones está en el orden social. En Japón el orden social, la solidaridad y en general la cultura japonesa, han permitido aguantar décadas de subempleo, baja de salarios y deflación. Caso contrario en Europa, donde se han evidenciado protestas en toda la región.